No hay constancia de asentamientos en Hueva (Ova en la Edad Media) anteriores a las épocas Visigoda y Musulmana. Por lo que todo indica que Hueva surgió a raíz de la repoblación cristiana llevada a cabo con posterioridad a la Reconquista. El rey Alfonso VII de Castilla (1105-1157), continuando la labor iniciada por su abuelo el rey Alfonso VI, consolidó el dominio cristiano en la margen derecha del Tajo, reconquistando, a principios del siglo XII, gran parte de lo que hoy es el sureste de la provincia de Guadalajara. Una vez recuperado dicho territorio, el Rey ordenó su repoblación por mozárabes aragoneses y así Hueva pasó a formar parte del alfoz del castillo de Zorita. Entregado el castillo por el Rey a la poderosa familia de los Castros para su defensa y protección, éstos en lugar de ejercer la encomienda en nombre de la Corona, se sublevaron contra el Rey haciéndose por la fuerza en los señores del castillo.
Solo años más tarde, en 1169, el rey Alfonso VIII, apoyado por los Laras y los ejércitos concejiles de Alcalá, Guadalajara, Atienza, Toledo, Soria y Ávila, junto con la colaboración de los caballeros calatravos, consiguió recuperar Zorita de los Canes para la Corona Castellana. Un año después, el castillo de Zorita junto con su alfoz, del que Hueva formaba parte, fue entregado a la Orden de Calatrava. Los calatravos reconstruyeron y reforzaron la antigua fortaleza musulmana, convirtiéndola en un importantísimo bastión en la defensa y consolidación del dominio cristiano sobre los terrenos arrebatados a las taifas musulmanas del sur de la Península Ibérica.
De este modo la historia de Hueva (Ova) estuvo vinculada a la Orden de Calatrava hasta bien entrado el siglo XVI, momento en el cual, el rey Carlos I consigue del papado las bulas necesarias para enajenar los bienes de las órdenes religiosas. A partir de entonces, Hueva inicia una historia independiente como villa de realengo, sin volver a pertenecer jamás a ningún otro señorío hasta la completa abolición de los mismos por las Cortes de Cádiz en el siglo XIX.
Como ya se ha dicho anteriormente, Hueva desde su desvinculación de la Orden de Calatrava, fue villa de realengo gobernada, dependiendo de las épocas, por uno o dos corregidores, y como en toda villa, en Hueva se impartió justicia y se ajustició como así lo prueba, a día de hoy, la existencia de un rollo situado en la plaza del Ayuntamiento. Por otro lado, la villa contaba con un depósito para almacenar los excedentes de grano, un horno de pan, un molino harinero y otro aceitero y una bodega comunal dedicada a la producción y almacenamiento del vino.
Ya en nuestros días y por fortuna, al margen de la despoblación masiva consecuencia de la industrialización del siglo pasado y preservada, asimismo, del urbanismo descontrolado que ha desnaturalizado la esencia de muchos de nuestros pequeños pueblos. Hueva sigue siendo, en lo sustancial, la misma villa que allá por el siglo XVI.